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POSICIONES SEXUALES Y MAYOR CONTROL EYACULATORIO Parte 5

DE PIE

La carretilla

Al borde de la cama y con los antebrazos apoyados, la mujer se dispone a ser “levantada” de las piernas por el hombre, quien de pie detrás de ella, la penetra sosteniéndola de los muslos. El estímulo y el placer se concentran en los genitales de ambos, pero es el hombre quien lleva el ritmo atrayendo el cuerpo de ella hacia el suyo.
La variedad de movimientos y sensaciones que permite la postura es
asombrosa: circulares, ascendentes y descendentes, con las piernas de ella
más cerradas o bien abiertas…

La sorpresa

Esta postura es ideal para los amantes del sexo más salvaje y primitivo. El
hombre, de pie, toma a la mujer por detrás y la penetra tomándola de la cintura.
Ella, relaja todo su cuerpo conforme la gravedad hasta apoyar sus manos en el piso. El hombre “sorprende” a la mujer por detrás y marca la cadencia del coito.
Para ella, el placer se concentra en el ángulo de abertura de la vagina que, al ser limitado, provoca una sensación de estrechez muy placentera para muchas mujeres.
Para él, la sensación más poderosa se expande desde el glande, que entra y
sale de la abertura vaginal a su antojo y acaricia el clítoris en las salidas más audaces. Además, el campo visual del hombre abarca el ano, los glúteos y la espalda, zonas altamente erógenas para muchos. La dominación que él ejerce y la relajación total de ella pueden favorecer el jugueteo del hombre con el ano de ella: introducir un dedo durante el coito puede ser enormemente excitante.

El abrazo total

La pareja está de pie, desnuda y enfrentada. Ella trepa a su compañero por los hombros y abraza su cuerpo con las piernas. El toma a la mujer de los glúteos y la atrae a su cuerpo para penetrarla. El abrazo total es parte de un sexo pasional y creativo, donde el contacto corporal es muy completo. El ritmo del coito puede ser de dos maneras: de arriba hacia abajo o de atrás para adelante, dependiendo de la intensidad de placer que ambos experimenten con cada opción.

ÉL ENCIMA

El arco

Variante del “Cara a cara”, el arco es una posición que, a través de una
pequeña variante, modifica las sensaciones al extremo. La mujer permanece acostada boca arriba con las piernas abiertas y flexionadas, apoyando sus brazos detrás de los hombros. Cuando su compañero esté listo para penetrarla, eleva sus caderas y se posa sobre las piernas flexionadas del compañero.
El placer que ella recibe se centra en la penetración profunda y en la
particularidad de sentir toda la zona vaginal y abdominal envuelta de la piel del hombre. El cansancio que se experimenta al mantener la posición se ve recompensado con la potencia del orgasmo que puede provocar.

Las aspas del molino

Boca arriba, la mujer se tiende con las piernas abiertas a recibir a su
compañero que, en esta posición, la penetra de frente a las piernas de ella. La diferencia de sensaciones es notable en este tipo de penetración: el clítoris y los labios vaginales están en pleno contacto con la pelvis y los alrededores del pene del compañero y la penetración más accesible es a través de movimientos circulares. El hecho de no poder verse cara a cara le da un encanto especial a la postura. La novedad de las caricias sorprende
gratamente: la mujer puede acariciar las nalgas de su compañero, clavar
suavemente sus uñas en la parte posterior a las rodillas, asir los testículos de su compañero. El hombre; chupar los pies de ella, morder sus dedos, acercar su mano a los genitales de ambos que se están fundiendo y tomar su pene para penetrarla mejor.

La profunda

Esta es una posición de penetración total, de allí su nombre. Con las piernas
elevadas y abiertas, ella aguarda a que su compañero introduzca el pene en su vagina para calzar sus piernas en los hombros de él, que apoyará sus manos para regular el movimiento.
A muchas mujeres puede parecerles complicada, incómoda o dolorosa la
visualización de esta postura, pero vale la pena probarla porque ofrece la
penetración absoluta y un contacto genital único: los testículos se posan
suavemente entre los glúteos y el clítoris se encuentra presionado por la
abertura de las piernas. La dificultad para besarse y la distancia de los rostros pueden ser ampliamente excitantes para ambos.

La catapulta

Elevar las caderas, en el caso de las mujeres, es una valiosa fuente de placer, ya que pone en contacto con el cuerpo del hombre áreas de su cuerpo que, en posiciones más tradicionales, no se tocan. En este caso, el hombre se arrodilla y recibe la vagina de su compañera dejando que ella apoye los glúteos en sus muslos. La mujer puede extender sus piernas en el torso del varón o flexionarlas apoyando las plantas de los pies en su pecho.
El hombre tiene fácil llegada al clítoris, por lo que puede estimular la zona con las manos y mirar la vagina en primer plano. El ritmo lo marcan juntos, acorde al deseo de ambos y a la flexibilidad de la mujer.

El espejo de placer

Ella se acuesta de espaldas, boca arriba. Levanta sus piernas y deja que él las sostenga arrodillado al final de su cuerpo y apoyando el otro brazo en el piso.
El hombre penetra, domina y posee el control. La postura permite variar el
sentido de la penetración y la apertura de las piernas. Los rostros no pueden acercarse y las manos poco pueden hacer en esta posición, lo cual genera una ansiedad sumamente excitante: ambos cuerpos corren juntos la carrera para llegar al orgasmo y reflejan en el otro los más variados gestos de placer y lujuria.