La identidad de género
Todo el mundo siente su sexualidad como algo muy personal. En general se distinguen dos aspectos muy importantes:
- la identidad sexual biológica genotipo y fenotipo, es decir, ser un hombre o una mujer como sus cromosomas sexuales (XY para los hombres y XX para las mujeres) y los genitales.
- identidad sexual de género. Consisten en afirmarse y considerarse a sí misma como mujer o un hombre. Esta distinción de género tiene una gran importancia en la sexualidad humana.
Hay dos categorías de factores que influyen en la identidad sexual de género, estereotipos y arquetipos.
- Los arquetipos caracterizan al hombre y la mujer de manera universal, en todas las civilizaciones. Ellos están relacionados con la morfología de los hombres y las mujeres, es decir, el pene y la penetración en la vagina y la receptividad de la mujer. Esto esta en relación a la supervivencia de la especie.
- Los estereotipos también caracteriza la feminidad y la masculinidad, pero dependen mas de una visión cultural y social. Ellos varían según las sociedades, variables en el en tiempo o en la región del mundo que se encuentren.
Psicología de la identidad sexual
Muchos aspectos contribuyen a definir la identidad sexual: comportamientos, actitudes, el significado y la cultura. Sólo durante el proceso de desarrollo psico-sexual, en el cual se establece la identidad: el aprendizaje, la imitación, el formateo y la educación. Poco a poco, el niño aprende a pensar y comportarse en el como “niño” o “niña”.
El sexo no es suficiente para identificarnos como hombres o mujeres. Una constante interacción entre la biológica y diversidad cultural nos permitiría definirnos como un hombre o una mujer.
Convertirse en una persona sexuada es parte de la identidad y pasa a través de la asignación de roles sociales. Asumir estas funciones, a su vez, permite ser reconocido(a) por el grupo. La etnología ha demostrado plenamente la universalidad de esta división de roles entre los géneros, incluso si hay una variabilidad en estas funciones a nivel inter-cultural.
Hoy en día, en el puesto de las sociedades post -modernas, hay una redefinición de las funciones de roles, con acceso de las mujeres a puestos de trabajo que durante mucho tiempo fueron reservado exclusivamente para los hombres. Esta cultura materialista e individualista sugiere, que es suficiente cambiar las apariencias para resolver los problemas. Pero no es así de simple. El trastorno del transexualismo ilustra esta ilusión cultural.
La construcción de la identidad sexual afecta a varios ámbitos de la investigación en las ciencias humanas. La Psicología, la Sociología y la Filosofía ofrecen diferentes modelos descriptivos y explicativos, presentamos, a continuación alguno de ellos.
El modelo psicoanalítico
Según Freud, las diferencias psicológicas entre hombres y mujeres dependen de sus diferencias anatómicas: “la anatomía es el destino”…..
Freud desarrollo su teoría de la bisexualidad psicológica: “Ni el punto de vista biológico o psicológico, las caracteres de uno de los sexos no excluyen las del otro”.
Para Freud, el niño desarrolla una fantasía bisexual y desearía poseer los poderes cualidades que atribuye a sus padres de ambos sexos;
la resolución edipica, le permite romper esta bisexualidad psicológica, para ir hacia la monosexualidad. El inconsciente es alentado por el deseo de deshacer esta separación inevitable.
Esta postura se basa en la idea, que la bisexualidad habita en los seres humanos siempre, como se recuerda en el banquete de Platón donde el filósofo se refiere al famoso mito de androgyna.
Si una parte masculina y una parte femenina están presentes en todo ser humano, no impide que uno se defina a sí mismo como un hombre o una mujer de acuerdo con la predominancia de caracteres masculino o femenino.
La teoría psicoanalítica se basa principalmente en la diferenciación sexual que ocurre durante la etapa fálica, y en el complejo de Edipo.
Complejo de Edipo
Freud admite que, antes de la aparición de esta problemática, el niño sabe hacer la distinción de genero entre hombres y mujeres, y el mismo se ubica en su lugar en el lado de los niños o niñas, pero esta distinción no entra en lo pulsional y no tomaría en cuenta los órganos genitales. Órgano genital, que, según la teoría freudiana, sólo puede ser fálico: “tener o no” podría resumir de modo lapidario el proceso de construcción de esta diferenciación sexual.
En este modelo, lo masculino-falico se opone a lo femenino–castrado a la niña seria en primer lugar, un niño pequeño, recordándonos el modelo bíblico: la mujer estaría creada a partir del hombre…
Freud reconoció que su descripción se refiere principalmente a los niños. El psicoanálisis sigue siendo muy débil en lo que constituye lo femenino, aunque otros autores, como Melanie Klein, Karen Horney y hipotetizaron que la vagina se conoce desde la primera infancia y que los individuos de sexo femenino son niñas desde el principio.
Winnicott (1971) dice de él que el niño, niña o niño, por las características de fusión intensa y original a la madre y su vientre, es en primer lugar femenino. El niño es de sexo femenino porque la madre es una mujer.
La transmisión de este carácter “femenino puro” es un requisito previo para el establecimiento del “yo”. Para acceder a lo masculino, el niño debe reconocer a la madre como un “otro”. El carácter “masculino puro“ aparece secundariamente, cuando el niño está listo para hacer frente a la separación con la madre.
Stoller (1978) sugirió el concepto de la identidad de género, haciendo una distinción entre “sexo”, que identifica lo que se relaciona a la sexualidad y el “género”, que se refiere al sexo social. Uno sería el sexo anatómico, el otro sexo psicológico. Esta teoría implica que la adquisición de la identidad de género es esencialmente la obra de los demás, se presentan durante el primer año de vida y resultan de conductas del entorno de los niños, diferentes si son reconocidos como niño o niña.
Al igual que Winnicott, se hace hincapié en la primera fusión con la madre y desarrolla el concepto de “proto-feminidad “, refiriéndose a una feminidad primaria común a ambos sexos y de los derivados de nexos fusionales con la madre.
Alegoría de la vanidad Antonio Pereda
La individuación de sexo masculino se deriva de una des-identificación de la madre.
La masculinidad es vista como una construcción secundaria, facilitado el desgaste de la feminidad y la aparición de agresión fálica.
Stoller da a los niños una mayor fragilidad en el proceso de adquisición de identidad, el rechazo de la identificación femenina, primaria lleva todo un trabajo de duelo.
La niña al no cambiar el modelo de identificación para desarrollar su feminidad, tendría una identidad de género más fuerte.
el rol del padre sigue siendo esencial. Debe ser para el niño un modelo de identificación adecuada. Si él está ausente, indiferente o inaccesible, entonces este proceso se altera.
Del mismo modo, el padre interviene para dirigir y orientar la individuación femenina.
La intervención paterna en la simbiosis madre-niño es la fuente básica de la identidad de género.
Él niño, con una gran intimidad y pocas frustraciones en esta simbiosis, luchara por desarrollar su masculinidad, y más si el padre no está lo suficientemente presente para protegerlo de esta influencia materna.
Por el contrario, una simbiosis madre-hija perturbada puede conducir a la masculinización de las niñas, el riesgo podría aumentar si el padre interviene y se presenta exageradamente presente.
El modelo cognitivo
Este modelo incluye varias etapas en el desarrollo de la conducta y la adquisición de la identidad sexual, el paso de una etapa a otra, logra que el niño adquiera más conocimientos sobre la identidad sexual y los roles.
En la etapa de “la identidad de género”: el niño identifica correctamente su propia identidad sexual y la de los demás, esto se logra hacia el final del segundo año.
La etapa de la “estabilidad de género” cuando la identidad sexual es considerada estable por el niño.
La etapa de la “constancia de la identidad de género” cuando se considera como inmutable… Esta etapa se alcanza de manera definitiva al final de los 6 a 7 años.
El niño, participa en la estructuración de esa identidad a través de sus actividades cognitivas que le permiten construir un “modelo de género”.
El esquema es una referencia que regula las conductas, las clasifica y da sentido a las experiencias.
Orienta al niño en la comprensión del mundo, en la detección de las pruebas y el almacenamiento de la información.
Parecería que al final del segundo año, el niño tiene un sistema de referencias internas relativas a las categorías sociales y de género.
Este esquema orientas sus conductas de manera diferenciada. El esquema de género se divide en dos aplicaciones:
pertenencia o no pertenencia en el grupo de sexo, ejemplo: las niñas juegan con muñecas y los niños no,
aplicación a sí mismo de un esquema de género, ejemplo: los niños no juegan con muñecas, juegan con bolitas. soy un niño, así que no juego con muñecas, juego con bolitas.
En esta teoría, las cogniciones están a la vanguardia y el desarrollo de la identidad sexual resulta de una construcción interna, en estrecha relación con el desarrollo intelectual y las actividades del niño.
En primer lugar, adquirir conocimientos de su sexo, entonces, por categorización espontánea del medio ambiente, integra los estereotipos asociados a roles sexuales y, por último, se adhiere a la función que se le asigna de acuerdo a su identidad sexual.
Este modelo da poca importancia a la influencia del entorno social, se puede objetar que la construcción de la identidad sexual no puede reducirse a un mero desarrollo cognitivo, el niño se desarrolla en un entorno social que no es neutro.
El modelo de aprendizaje social
Esta teoría incorpora los principios de comportamiento del aprendizaje y se aplica a la adquisición de los roles de género.
Por lo tanto, los refuerzo positivos o negativos (recompensa o castigo) determinar la forma y comportamiento.
Los niños aprenden por imitación de todos los modelos se ofrecen: los padres, otros adultos, hermanos, compañeros, los medios de comunicación.
Estas múltiples observaciones permiten al niño a clasificar determinados comportamientos como masculinos o femeninos (los niños no lloran).
Progresivamente, el niño toma consciencia de las expectativas que su entorno le lleva a adoptar, con lo ya previamente codificado, que pertenecen a su sexo. El sexo asignado al nacer desempeña un papel crucial en el desarrollo de la conciencia sexual.
Por lo tanto, si se pone de manifiesto una contradicción entre el sexo cromosómico y el sexo de asignación, los intentos de reasignación están condenados al fracaso cuando se lleven a cabo luego de los dos años de edad.
Desde entonces, numerosos estudios permiten precisar la forma y los medios en que el entorno social orienta el desarrollo de la identidad sexual:
Incluso antes del nacimiento, las razones que motivan el deseo de los padres de un niño o una niña muestran la existencia de representaciones diferenciadas: por ejemplo, la elección de una niña que está motivada por el hecho de que será más fácil a enseñar o querer tener hijos de diferente sexo.
Posteriormente, el sexo anunciado del niño, genera en el adulto actitudes muy diferentes: determina la elección de los juegos propuestos, tanto más cuanto las diferencias entre los sexos son muy precisas en los adultos.
El entorno físico en el que los padres hacen evolucionar a sus niños pequeños, ropa, juguetes dependen también de sexo, a pesar de la actual retórica en favor de la igualdad de sexos.
Estas actitudes diferenciadas marcan profundamente las interacciones entre padres e hijos.
Los niños, son objeto de más estimulación táctil de las niñas al nacer, hasta el 3 mes del niño, edad en la cual se invierte este estimulo en favor de las niñas.
Los niños son probablemente tomados en brazo con mayor frecuencia en la primera infancia, especialmente por el hecho de que llorar mas y duermen menos que las niñas de esta edad.
Los diferentes comportamientos observados entre los padres están relacionados con el comportamiento del bebé.
Los padres buscan más el comportamiento pro-social entre las niñas (vocalizaciones, sonrisas, entrar en interacción, el intercambio visual y verbal) y la actividad física y la resolución de problemas entre los varones.
El contenido del discurso hacia los niños es también en función del sexo: con el niño, los padres hablar más con respecto al entorno exterior en lugar de la interacción en curso, dan más información y explicaciones que a la niña cuando le cuentan una historia.
Desde un punto de vista cognitivo requiere del niño de un nivel de abstracción superior, en última instancia, lo que podría explicar el desarrollo de diferentes habilidades en el niño y la niña.
El papel desempeñado por los padres en el aprendizaje de los roles de género es claramente puesto en relieve. cabe señalar que los padres más que las madres, parecen diferenciar más sus demandas entre los niños y las niñas.
Ellos son más severos con los niños y están más comprometidos a respetar las normas culturales acerca de los roles de género.
Sin embargo, la existencia de tal comportamiento diferente no es lineal en todo el desarrollo del niño.
Al parecer, seria durante el segundo año de vida que los padres son más diferenciadores y podemos asumir la existencia de un período sensible en la construcción de la identidad sexual. Cuando el niño parece haber aprendido su papel, las presiones son cada vez menos necesarias.
Sin embargo, es el origen de esas conductas discriminatorias, no esta claro, algunos estudios han puesto de relieve el hecho de que a veces el comportamiento espontáneo del niño, es el que genera actitudes de los adultos.
Así, algunos eventos de comportamiento que parecen relacionadas con el sexo, y desde los primeros años: los niños son reconocidos como más agresivo e irritables, con un nivel de actividad física superior y las niñas tienen capacidades interactivas, así como mayores habilidades verbales y la búsqueda de una mayor presencia y proximidad con los adultos. La constitución de la identidad sexual está en constante interacción entre los centros educativos presiones y diferencias del comportamiento.
Para llegar a ser un individuo sexual, es necesario incluir una combinación de factores biológicos, cognitivos y ambientales en un sistema complejo, con interacción entre los distintos actores.
La feminidad y la masculinidad son el producto de elaboraciones diferenciadas, una persona nunca es totalmente masculina o femenina.
Esta visión dicotomízada de la identidad sexual no puede reflejar las actitudes, los sentimientos y las preferencias sexuales de cada uno.