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EJERCICIO DE CONTROL EXCITATIVO – EYACULATORIO

“Siempre suspiramos por visiones de belleza, siempre soñamos mundos desconocidos”. Máximo Gorki (1868-1936) Escritor ruso. “La belleza es el acuerdo entre el contenido y la forma”. Henrik Johan Ibsen (1828-1906) Dramaturgo noruego.

Esta práctica debe ser hecha de preferencia con una pareja, y la idea es utilizar la respiración sexual a la que hacíamos referencia anteriormente para controlar la excitación y la energía de nuestras zonas más erógenas y repartirla por todo el cuerpo.

Paso 1 Los integrantes de la pareja deben sentarse en una posición confortable, en un cuarto que les resulte cómodo y donde se sientan a gusto (iluminación, música ambiental, aromas tranquilidad).

Paso 2 Empezamos con lo que podríamos denominar las preliminares, sentados de frente o lateralmente, pero mirándose a los ojos de manera frecuente, comenzar a conversar temas positivos no conflictuales, relajarse, respirar correctamente y todo lo que habitualmente se hace y que colabora a que se forme una mayor corriente comunicativa con nuestra pareja. Luego le pedimos que nos haga un masaje en todo el cuerpo, terminando en acariciar sin forzarlo, nuestro miembro viril y nuestros testículos, de forma suave y con lentitud, calmadamente.

La forma en que el masaje se efectué (utilización de lubricantes, otros implementos adecuados para la situación, dependen de la pareja), de como se sientan y que tan sensitivos estén para este masaje que se nos esta dando y las zonas que se están tocando.

Paso 3 Mientras recibimos el placer que se nos esta dando con el masaje, debemos asegurarnos de mantener la “respiración sexual”, siempre lentamente y desde el abdomen, relajados y calmados, moviendo los muslos en forma oscilante, ondulando nuestro cuerpo, apretando- relajando nuestros músculos sexuales (pubo-coccígeos e isquio cavernosos), esto aumenta la energía sexual de nuestro cuerpo.

Deberíamos, tan solo para estar seguros de que no nos vamos a perder en ningún momento el control de nuestra excitación ni a arruinar todo el ejercicio, pedirle a nuestra pareja que, si en algún momento siente que dejamos de respirar correctamente, se de cuenta de que no estamos realizando los movimientos adecuados, o que vuestro grado de excitación esta fuera de control nos lo haga saber, para ponernos en movimientos respiratorios y movimientos de relajación de nuevo.

Paso 4 Cuando alcanzamos un nivel medio de excitación, en vez de detener la estimulación (como ya se ha sugerido en otros ejercicios) lo que debemos hacer es pedirle a nuestra compañera que empiece a bajar el ritmo y la intensidad, sin detenerse totalmente, pero pasando a una velocidad menor en su masaje. No mucho menor, pero si que se note la baja del ritmo y que no siga aumentando nuestra excitación en una forma que nos acerque demasiado a la “cima”. Cuando nuestra pareja baja el ritmo, abrimos nuestros ojos ampliamente (que teníamos cerrados hasta este momento) y cambiamos la respiración, inhalando aun más profundamente con nuestro abdomen, pero esta vez a través de la nariz, no de la boca como estábamos haciendo hasta ahora. Mantenemos la respiración, el aire dentro de nosotros sin expulsarlo.

Paso 5 Nos relajamos totalmente a medida que vamos exhalando el aire que habíamos mantenido en nuestro abdomen, dejándolo salir lentamente a través de la boca, mientras visualizamos el fuego sexual formando una corriente que sale de dentro nuestro y sintiendo el placer (y gimiendo de acuerdo a esto) a medida que dejamos salir la energía. Paso 6 Inhalamos nuevamente a través de nuestra nariz, nuevamente con lentitud y en forma profunda. Mientras lo hacemos, visualizamos nuestra energía de placer moviéndose lentamente hacia arriba, subiendo desde nuestros genitales y pelvis hacia nuestro corazón y cerebro.

Debemos utilizar meneos de nuestra cadera, pequeños golpes hacia arriba con nuestra cadera y movimientos como si estuviésemos bombeando con nuestra pelvis, para empujar la energía en la dirección que deseamos, utilizando los músculos de nuestra pelvis para impulsarla.

Paso 7 Es momento de hacer una pequeña prueba para ver como esta avanzando el ejercicio. Lo hacemos simplemente contestando a una pregunta: ¿podemos sentir como la excitación se reduce, como bajan sus niveles, cuando, simplemente, reducimos la velocidad con que respiramos o modificamos el tiempo que contenemos la respiración?

Si es así, estamos en el buen camino. Ahora debemos jugar con esta nueva posibilidad tanto como podamos, para acomodarnos a esta habilidad, entenderla, volvernos capaces de controlar y usarla a nuestro libre albedrío, de la forma y en el momento que deseemos. Probamos cuánto podemos mantenernos cerca de la “cima”, mientras ajustamos nuestra respiración a diferentes velocidades, intensidades y cantidades de aire absorbidas. Debemos ser capaces de conseguir un control casi total, y experimentar todo lo posible. Cuanto más frecuentemente y durante mas tiempo lo efectuemos, más control y resultados placenteros se conseguirán. Usamos técnicas para interrumpir la eyaculación, de ser necesario, si estamos muy cerca de sobrepasar la “cima”. Todo el tiempo guiamos a nuestra pareja, para que realice los movimientos adecuados, que dismuya o detenga los movimientos en el momento en que necesitamos que se detenga y comenzando nuevamente cuando estemos listos para la nueva estimulación. Durante todo este paso, ajustamos sutilmente nuestros sentidos (tacto, olfato, vista audición y pensamientos), prestando atención a cada uno de ellos, para conocernos un poco mejor y saber cuando y como disminuir, detenernos o empezar la estimulación.

Paso 8 Repetimos el ejercicio cinco veces, siempre con el mismo nivel de excitación. Luego lo repetiremos aumentando el nivel de excitación, a medida que estemos cómodos y seguros de lo que estamos haciendo.

Paso 9 A medida que practicamos y nos acercamos más y más al momento de la eyaculación, tendremos que empezar a realizar otro tipo de experimentación, ya no cambiando la forma en que nuestra pareja nos estimula, junto con nuestra respiración, sino manteniendo una de las variables como una constante (la estimulación que nos da nuestra pareja) y modificando solo la otra, cambiando únicamente nuestra respiración, para ver si así podemos manejar nuestra excitación.

Cuando lleguemos al borde exacto del precipicio, cuando estemos a punto de superar el punto sin regreso, entonces deberíamos, con seguridad, experimentar un implosivo orgasmo interno, sin eyacular, pero vibrando de placer y canalizando la energía hacia arriba.